¿Que características y qué ventajas tiene aquel formato para representar, narrar, criticar, denunciar, la realidad?
La historieta como lenguaje es muy interesante; está en un punto donde se cruzan varios otros lenguajes. Es un lenguaje híbrido: integra la palabra escrita y la imagen dibujada. No se puede juzgar a la historieta de la misma manera que a un pintor de caballete; porque son artes distintos. La historieta no ha nacido para la galería, sino para imprimirse y publicarse, es un medio de comunicación masiva y no podemos desligarla de esa condición que está en la esencia de su ser… Que se hayan hecho exposiciones de historietas en las últimas décadas es algo que jamás se le ocurrió a quienes crearon las historietas. Este medio genera otros recursos para representar la realidad. Hacer pintas sobre el papel no genera ningún sonido, entonces acude a la palabra escrita y la dibuja, la puede distorsionar, puede hacer más expresivo un grito o una onomatopeya. Precisamente la onomatopeya es la figura en la que por excelencia se fusionan la imagen dibujada y la palabra escrita para reproducir la representación de un sonido. La historieta tampoco tiene movimiento, es un impreso, pero se sirve de las líneas cinéticas para expresar el movimiento. Todas estas suplantaciones nos están hablando de algo abstracto, complejo, pero que como leemos desde niños nos resulta natural.
¿A qué se ha dedicado fundamentalmente la historieta peruana? ¿A la ficción, a la realidad política…?
Se ha hecho de todo. Aunque es cierto que la política ha marcado de manera predominante al humor gráfico y a la historieta peruana, pero más al humor gráfico. En otros países donde está más desarrollado ese arte existen varias gamas de humor gráfico: el blanco, el negro, el de niños, el contemplativo, etc. Se han tratado diversos temas: ficción, historia del Perú, literatura peruana, se ha hecho historieta costumbrista… En los años cincuenta, por ejemplo, hay personajes como Serrucho (de David Málaga) o Sampietri (de Julio Fairlie), ambos de “Última Hora”. Se trabajaban personajes como el criollo o el serrano que llega a Lima. Si analizamos a la distancia, muchas de estas tiras resultan discriminatorias, pero en aquel tiempo no se veía así, simplemente era peruano.
La historieta y el humor gráfico son vistos como un espacio cuyo único fin es entretener, más que como un espacio de representación de la realidad social. ¿A qué se debe?
No es tan sorprendente, tampoco es exclusivo del Perú. Está vinculado con la historia de la historieta. En Norteamérica fueron llamadas “comics” y aquí, “chistes”. La denominación nos habla de una predominancia del género humorístico dentro de los múltiples géneros, y es que las primeras historietas fueron humorísticas y costumbristas. Trataban de la vida en Nueva York o de la gente del campo que llegaba a las grandes ciudades. Durante sus primeros 30 años la historieta fue hija del periodismo, no se podía independizar del lugar en el que nació. Recién en la década de 1930 surge el “Comic Book”, o revista de historietas, independiente del cuerpo del periódico.
Esto no me parece mal. El término “entretenimiento” está muy bien y no solo para la historieta. Debería ser rescatado y bien entendido por la cultura: el entretenimiento no está reñido con la seriedad, sino todo lo contario. Si algo no nos entretiene, si no lo seguimos de manera placentera, no sirve, no vamos a continuar leyendo. Entonces, si el escritor, el historietista, el filósofo, etc. quiere llegar a mucha gente tiene que saber comunicar.
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El encuentro con Juan Acevedo fue emotivo, demostró una vez mas de que madera esta hecho el lápiz de uno de los mas entrañables autores nacionales. Y Juan se repuso a un incidente de salud par acompañarnos.
Grande Juan, grandes abrazos para ti.
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